viernes, 11 de diciembre de 2009


El invierno no sólo trae frío.

Las calles se llenan de melodías caducas y en cada esquina se amotinan armónicas, acordeones, violines y perros con pulgas.

El aire está contaminado. Perfume de silencios que gritan, lágrimas que se hielan antes de nacer, olvido en mentes que desean recordar.

Una noria de locura vigila cada rincón. No sabes si en el próximo vagón te tocará a ti. No lo sabe nadie.

La plaza está repleta de gente y velas. Llevan banderas sobre sus hombros y me pregunto si será por el frío o porque reclaman al estampado de la tela que no los olviden. ¿Cómo saberlo? Lo cierto es que forman un grupo con rostro. Huyo. Observan demasiado.

El invierno no sólo trae frío.

Huele a humedad de labios resecos.
Mi bolsillo suena al desayuno de muchos. Me inclino para limpiar mi conciencia y observo desde abajo las sonrisas que entristecen más que alegran. Es como si en ese momento se produjera una vuelta de tuerca y ellos me miraran como si fuera yo la que no tiene rostro.

El invierno sólo es agradable cuando la mente entra en coma y duerme.

La ciudad es gris y sabe a tristeza y soledad.
Cuelgan carteles rotos de cartón donde una vez escribieron "¿Qué quieren que haya escrito?" Vemos y olvidamos simultáneamente.
Los escaparates encienden las luces de la mentira y nos ciegan. Confunden el aire como el polvo de las obras.

A veces el asfalto desaparece. Dorothy ha muerto.

El invierno no sólo trae frío.
Los gatos ciegos no maúllan.

1 comentario:

  1. Es triste pero, cuantas más sonrisas intenta conseguir una sola persona, más caras tristes encuentra. Siempre llega el momento en el que tienes que retirarte sintiendo esa tristeza impotente del que hace lo que puede pero no siente ningún cambio favorable.
    Grano a grano se les construiría un hogar a todos, un trabajo y un rostro alegre. Pero pasa porque todos pusieramos nuestro grano.

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